Ésta es una manualidad muy adecuada para peques en el colegio (¡en casa también!).👌

Haz pollitos de Pascua de arcilla de secado al aire. Decora los pollitos con plumas y decora además con un rotulador Posca.

Materiales

 

Paso a paso

1- Divide la pastilla de barro en el número de pollitos que quieras hacer. Toma un trozo y moldéalo en forma de huevo dejando la base plana, realiza también el pico y con un poco de agua pégalo sobre el huevo y con unas tijeras le marcas la boca.

 

2- Con el mango del pincel haz dos hendiduras para los ojitos

3- Introduce las plumas en la parte trasera del pollito mientras el barro está fresco. Deja secar el pollito un día más o menos sobre una rejilla.

4- Cuando esté bien seco coges una lija fina y alisa la superficie del huevo para que no queden marcas de dedos y otras que puedan afear nuestro pollito.

5- Decora los pollitos con rotuladores. Puede que tengas que usar un pincel fino para las líneas finas. Un consejo: Coloca el huevo en una huevera cuando pintes los puntos.

 
Si quieres imprimir la manualidad te puedes descargar el folleto pinchando en el enlace:

Pollitos de Pascua hechos de arcilla autoendurecible con una pluma para la cola.

Se cree que el conejo de Pascua viene de una tradición alemana del siglo XIII, cuando el cristianismo aún no llegaba a la zona. El conejo estaba asociado con la fertilidad y nueva vida, por lo que personalizaba el renacer tras el fin del invierno y comienzo de primavera.

Cuando el catolicismo se convirtió en la religión dominante en Alemania, ya en el siglo XV, el pagano conejo se mezcló con la festividad religiosa y, como el inicio de primavera y Semana Santa suelen ser en fechas cercanas, el conejo pasó a conocerse como «el conejo de Pascua».

Sobre los huevos, se cree que se añadieron a la tradición representando el fin del ayuno y restricciones de Cuaresma.

En un principio eran huevos pintados a mano que los niños se regalaban entre ellos, pero al adaptar la tradición, cambiaron los huevos tradicionales por unos deliciosos de chocolate y el conejo, ya símbolo de la festividad, se convirtió en el encargado de repartirlos.

 

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